Innumerables veces vociferé que este no era el lugar para mi. ¿Irónico, no? el universo respondió a mi llamado, le pedía a gritos un cambio y en un abrir y cerrar de ojos todo comenzó a fluir.
En “mi plan” inicial los destinos eran otros, mi terquedad con un toque de soberbia me impedían ver con claridad lo que ya estaba escrito para mi.
Hasta que finalmente, en medio de un viaje causal, perdí el miedo y salté a lo desconocido. Confié en Dios y tuve la certeza de que esta ciudad guardaba algo mágico para mi.
Me despedí de Caracas, mi amada jungla de concreto y de su impetuoso cerro El Ávila y fijé mi mirada en Miami, un oasis urbano que hizo vibrar mi alma desde el momento en el que entendí el plan.
Esa sensación es algo que no se describe con palabras, simplemente se siente y te incita a cambiar drásticamente lo que consideras “adecuado”.
“La ciudad del sol” se ha convertido en mi refugio, aquí he aprendido a ser más humana, a alimentar mi espíritu, a “perderlo” todo, a ganar más vida, a conocer la superficialidad avasallante que enriquece el ego, a hundirme en el materialismo cegador que puede desconectarte de la belleza de lo simple, a ser vulnerable, a experimentar frustración por no establecer límites, a apreciar la soledad, a conocer los distintos rostros del amor - desde el sufrimiento hasta la plenitud , a llorar en silencio mientras regalas sonrisas, a abrazar el miedo , a valorar lo genuino, a coleccionar momentos, a filtrar personas , a ver la amistad como hermandad, a ser más consciente de mi compromiso con el cambio social, a eliminar los juicios y a tener más empatía.
Hoy, siete años después de haberme aventurado a lo desconocido, sé que el mayor de todos los aprendizajes ha sido aceptar y agradecer el caos. El caos me acercó más a Dios, permitiéndome conocer las capas más profundas de mi ser hasta encontrar paz y ahí donde encuentras paz, donde vibra el alma, ese lugar, sin dudas, se convierte en tu hogar.
La única constante el cambio, así que si el cambio se acerca a sus vidas, enfréntenlo con FE; ese es nuestro mayor desafío, dejar a un lado la emoción y saber encarar cada situación con la seguridad de que los transformará en una mejor versión.
P.D: El encanto de este lugar me sigue cautivando, pensar que intenté resistirme al cambio y este se convirtió en mi hogar. Como decimos en Venezuela , “no escupas pa’ arriba” o jamás digas “de esta agua no beberé” porque para muestra un botón.
Comments